La democracia es un espacio de conversación abierto, que funciona en la medida que todos puedan opinar libremente, respaldados con información fidedigna. Hoy por hoy, el rol del periodista ha cambiado drásticamente: ya no es aquel personaje encorbatado, formal, serio, que trataba con lejanía y respeto al entrevistado, que cuidaba la intimidad de éste y no se metía donde no lo llamaban; es todo lo contrario: un ser empoderado, ágil, que no tiene miedo ni vergüenza, que va de frente, que da su opinión con argumentos sólidos, y que exige respuestas; esas que muchos líderes (principalmente políticos) no se atreven a decir. Sin duda el periodismo de hoy es el que más aporta a nuestra democracia, pues encausa a los indecisos, les da poder y los motiva a participar. Sin embargo, no todos han querido jugar limpio.
Durante 2018, más de 11 millones de interacciones en redes sociales tuvieron las Fake News en Chile, según lo reveló El Polígrafo del Diario El Mercurio. Dicho de otra forma, más de la mitad de la población chilena tuvo contacto con noticias falsas, cosa que es bastante alarmante si consideramos que la información es la clave del sistema democrático. El fenómeno de la web 2.0. ha dado para todo, e internet se ha prestado para que malintencionados suban contenido con el fin de tergiversar la opinión pública, sabotear un proyecto de ley o a un personaje (público o privado).
Las noticias falsas sacan lo peor del ser humano: racismo, homofobia, manipulación, calumnias e injurias. No por nada, las noticias falsas más comentadas fueron los sobornos otorgados por la ONU, que supuestamente recibió Michelle Bachelet para la promulgación de la ley de aborto, o que una niña chilena quedó sin jardín por culpa de los niños haitianos.
Lo que más preocupa dentro de las comunicaciones, es que generar contenido falso pueda ser ocupado como una estrategia política para acabar con adversarios. El juego sucio no es digno de una persona que se haga llamar comunicador, y es nuestro deber como gremio, velar por el buen funcionamiento de internet y las redes sociales.
El llamado es simple: más medios con opinión certera, y menos contenido falso; por el bien de la democracia y el respeto a la integridad de cada ciudadano.