Las redes sociales hoy en día acaparan la atención del mundo, ya nadie se comunica o entiende su forma de vida sin el uso (y en muchos casos abusos) de esta plataforma para comunicarse, Facebook, Instagram, Twitter, entre otras responden a un formato ágil, liviano y accesible como nunca antes lo había logrado ningún medio de comunicación en la historia de la humanidad, las redes sociales se han transformado en una auténtica democratización de las opiniones.

Recuerdo perfectamente un partido que fui a ver con mi padre y abuelo al Estadio Monumental de Colo Colo, había un jugador desgarbado que no brillaba mucho por su técnica, en realidad no la tenía, pero su labor táctica y cooperación con el equipo eran realmente efectiva, cual verdaderos expertos y basándose en una coprolálica forma de expresarse, una buena parte de los hinchas de nuestro alrededor se paraban y vociferaban en contra de este futbolista, la solución de todo el equipo era sacarlo de la cancha. Minuto 85 y el jugador convierte con furibundo cabezazo el gol del triunfo para el cacique. Huelga decir que se llevó todos los aplausos de esos mismos que minutos antes pedían su cabeza.

Me extendí en este relato porque me parece la analogía perfecta para entender lo que sucede hoy en día con las redes sociales, frente a nuestras pantallas pasan segundo a segundo millones de acciones, situaciones, actividades, y diversidad de actos que no pasarán inadvertidos y dónde siempre existirá una opinión ya sea para bien o para mal de lo que allí ocurre. El ser humano se ha vuelto un hincha, un entendido que al igual que un experto hincha del futbol, maneja los más profundos conocimientos de política, medicina, astronomía, primeros auxilios, leyes, arte, filosofía, manicure, y todo cuanto se le presente en las redes sociales. No hay términos medios, las redes sociales se han transformado en un  receptáculo de elucubraciones que en la mayor parte de los casos no pasan de ser una apreciación personal sin mayores fundamentos.

 Terreno peligroso, donde todo es subjetivo, pero también donde mucho es verdad objetivada mientras sea del lado o se adhiera al pensamiento de quien opina, pobre de aquel que ante una mínima acción, esta sea distinta al pensar del que está con un equipo móvil o computador en sus manos. Los epítetos que recaían sobre el jugador antes mencionado, son canciones de cuna ante las verdades absolutas y sin posibilidad de rebatir que genera las opiniones de millones de nuevos multi expertos digitales.

Lo realmente riesgoso de todo esto, es que muchos han comenzado a medir su éxito o fracaso, en la medida de lo que digan las redes, los gobiernos comienzan a construir y deconstruir a partir de esto, los líderes tratan de satisfacer la opinión de las masas, de las mayoritarias por supuesto, e incluso el líder vecinal, o el director de un colegio actuará buscando obtener resultados positivos o acordes con las opiniones vertidas en cada una de estas plataformas.

El invento que en un comienzo se estableció como un aporte invaluable para la comunicación humana (y cabe mencionar que si ha cooperado mucho en distribuir conocimiento y develar verdades que antes estaban ocultas tras las ligas de poder), rápidamente se ha ido transformando en un tribunal popular, sin leyes ni pensamiento profundos y de diálogos enriquecedores de por medio.

Muy similar a lo que sucede en cualquier galería de cualquier estadio del mundo.

Por Martin Vargas.